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martes, 23 de septiembre de 2008

CRISIS ECONÓMICA VERSUS CRISIS DE VALORES

Durante los últimos meses todos los medios de comunicación y los analistas político – económicos vienen resaltando una realidad palpable: la mayoría de los países del primer mundo sufren una crisis sin precedentes a causa de la subida de los precios del petróleo y de los alimentos.

A partir de esta realidad la mayoría de sectores productivos y/o económicos, han experimentado importantes fluctuaciones provocando importantes desajustes en la economía a nivel mundial. No hay más que observar cómo el sector financiero se está enfrentado a una de sus peores crisis o cómo en Estados Unidos, a causa de las hipotecas o créditos subprime, está afectando directamente a los ciudadanos de la primera potencia mundial duplicándose el número de embargos de inmuebles, alcanzando un incremento de hasta un 93% desde el pasado mes de Julio de 2006.

Pero, ¿cómo está afectando esta crisis a nuestro país? España se encuentra en una posición de clara desventaja con respecto al resto de países europeos. El gobierno de Zapatero lleva años viviendo de las rentas obtenidas por el anterior Gobierno Aznar que dejó a nuestro país con unas variables macroeconómicas en unos niveles nunca antes conocidos.

La inflación nacional, considerada el impuesto más injusto al que deben hacer frente los ciudadanos, alcanza el 4,4% y alimentos como la leche valen ya un 27,7% más. La inflación subyacente – que excluye la energía y los alimentos frescos – se sitúa en un 3,3% y los ciudadanos empiezan a gastar menos provocando un importante retroceso de la riqueza nacional.

Ante este panorama, grave sin duda, el gobierno sigue sin mover ficha y sin tomar ninguna medida que oxigene el mercado. El regalo de los 400 € en concepto de rebaja de las retenciones mensuales del IRPF no ayuda en absoluto a mejorar la situación como sí lo habría hecho la rebaja real del impuesto sobre la renta que proponía el Partido Popular.

Sin embargo, lejos de restar importancia a los anteriores datos, nuestro país sufre otra recesión de mayor magnitud, si cabe, que la económica. Hay quien la llama crisis de valores, crisis de principios o dictadura del relativismo. En mi opinión todos estos conceptos son igualmente válidos y empiezan a afectar a todos los ámbitos de la vida diaria.

La reacción contra la guerra de Irak que se produjo en España supuso, sin duda, un punto de inflexión en nuestro país que puso de manifiesto cómo un partido político junto a sus amiguetes son capaces de pasar por encima de los principios que deben inspirar una democracia como la nuestra. Ver cómo el sector progre del país nutrido por actores, cantantes o personajillos que viven a costa de nuestro dinero vía subvención vociferaban gritos de asesinos a los dirigentes del Partido Popular abrió la veda del “todo vale” y la puerta a innumerables cambios de los valores que siempre han inspirado a nuestra sociedad.

A partir de ese momento hemos vivido manifestaciones tratando de cerrar emisoras de radio – véase el ataque frontal contra la COPE - hemos visto la progresiva radicalización del PSOE – véanse las multas en Cataluña contra los comercios que no rotulan en Catalán –, hemos visto cómo ZP se saltaba la política de aguas pactada por el Gobierno Aznar con las Comunidades Autónomas – véase la retirada del Plan Hidrológico Nacional –, hemos visto la renuncia del Estado de Derecho a luchar contra los terroristas – véase la ilegalización parcial de ANV o véase la vergonzosa negociación con ETA –, hemos visto como un gobierno ha mentido a sus ciudadanos – véase la reacción de ZP tras el atentado de la T4 –. Hemos visto, en definitiva, una quiebra de los principios y valores que deben imperar en nuestra sociedad.

Últimamente estamos siendo observadores de cómo un gobierno es capaz de hablar de aborto libre o de eutanasia para todos abundando en los ataques contra la Iglesia al decir que “esto lo haremos digan los curas los que quieran”. Observamos perplejos cómo el todo vale llega a todos los rincones de la sociedad para regocijo de aquellos falsos progres que salieron a la calle aprovechando la muerte de casi 200 personas en el 11M.

Cuando una sociedad, anestesiada por los efectos de una crisis económica que llega a las casas de los españoles cuando llega el día 15 de cada mes, pierde además los principios y valores que configuran el marco de nuestra convivencia es momento de empezar a reclamarlos con fuerza.

No vale observar perplejos y callar. Es preciso utilizar todos los resortes posibles para poner al gobierno contra las cuerdas y sacar a la sociedad del letargo en el que vive desde hace unos años. El gobierno lleva tiempo haciendo una política en busca del titular fácil para dar gusto a aquellos pocos que les ayudaron a entrar en La Moncloa.

Sin duda, y una vez más, los jóvenes somos la clave; tenemos la obligación de decir bien alto lo que está pasando, sin complejos, e intentando llegar al resto de población para, entre todos, desbancar estar manera de hacer política.

Economía y principios morales, dos realidades, a veces antagonistas, que atenazan a nuestro país sumiéndolo en momentos de incertidumbre, momentos que remontaremos con el empuje de la juventud.

David Sánchez del Rey
Secretario General de Nuevas Generaciones de Móstoles